Un día hace muchísimos
años ya, mi abuelo me llevó a ver su coche y me dijo: ¡mira tengo el mejor
coche del mundo, es un clásico!, yo en aquel momento no lo entendí, para mí era
para empezar solo un coche, y para seguir era feo no se correspondía con los
coches que se veían circulando por la carretera. Además de que por aquel
entonces en el colegio estábamos dando la antigüedad clásica que buscaba la
perfección del hombre en los aspectos físicos, y yo no veía dicha perfección
por ningún sitio.
Ha pasado el
tiempo y han ido cambiado muchas cosas, pero él sigue teniendo razón, aquél coche
era un clásico. Ahora lo entiendo.
Cuando usamos
la palabra clásico bien sea para referirnos a un fenómeno, a un
elemento, a una persona, un objeto o a alguna situación, lo que intentamos es
referirnos al respeto por la tradición y los parámetros establecidos por ella. Estas
piezas, elemento, objetos… que consideramos cásicos, lo son porque en algún
momento fueron de gran importancia e influyeron sobre el posterior desarrollo
de nuestras ideas o de nuestras creencias de tal manera que las queremos
imitar.
El ejemplo más
claro lo tendríamos en el ballet clásico o en la música clásica, ya que cuando
nos salimos de sus reglas establecidas tradicionalmente deja de ser clásico
para pasar a ser baile moderno o música contemporánea.
A lo largo de
nuestra vida vamos creciendo, evolucionando en nuestros pensamientos, pero para
ello hemos tenido que fijar unas bases a partir de las cuales desarrollar
nuestras creencias presentes. Para esto estudiamos todo lo acontecido en la historia
de la humanidad, lo que en algunos momentos podemos llamar como clásicos. Y es
este punto de apoyo lo que nos sirve para elaborar ideas o pensamientos nuevos.
Pero en algunos momentos volvemos al clasicismo como forma de nostalgia o de
reconocimiento de hechos o ideas que nos hicieron sentir de manera especial, o
que consideramos más perfectas que las actuales y que ahora añoramos.
Tal vez en periodos
convulsos o de crisis se recupere el gusto por el clasicismo como forma de
afianzarnos en nuestras creencias anteriores. Pero otras veces de tales
situaciones surgen movimientos nuevos que tienen como base esos parámetros clásicos,
pero mejorándolos y por ende convirtiéndose ellos mismos en clásicos.
Un ejemplo claro lo tenemos en el
Imperio Medio Egipcio en donde
tras el primer periodo intermedio en donde el pueblo de Egipto fue psicológicamente
afectado y su confianza en la estabilidad inmutable del mundo había sido
golpeada con gran dureza, se produce un cambio en el arte en donde la pasión
por la muerte sucede una poesía a la vida cotidiana que procura olvidar el
pasado y vivir el presente. Así en las
esculturas de esta época se refleja en los rostros una mueca de tristeza o
sollozo, tal vez reflejo de las épocas vividas.
Empiezan a
colocarse estelas en las antesalas del sepulcro sustituyendo a las estatuas de
las primeras dinastías. El difunto está
representado recibiendo ofrendas sólo o acompañado de su esposa e hijos.
Enfrente, los parientes practican el rito mágico que espiritualiza los
alimentos que acompañan a la tumba. El difunto recibe los manjares mientras las
mujeres respiran el perfume de la flor de loto. En cuanto al estilo de los
relieves, se presenta un importante cambio de técnica, las figuras se presentan
hundidas por debajo del plano del fondo, así se consigue una doble silueta.
En cambio, en
la etapa de la historia de Egipto de Akenaton,
se producen profundos cambios religiosos, y profundas reformas como la
proclamación del dios Atón como dios supremo. Se confiscaron bienes religiosos
al clero en un intento de reducirles poder. Se abandona la tradición lo que
afectó a la iconografía, a la escultura… Es un arte más expresionista y
realista llegando a rozar lo caricaturesco, principalmente se representan los
personajes de la familia real. Pero este naturalismo en el arte llega a marcar
incluso deformidades, vientre abultado, caderas anchas…
En el relieve se mantienen los
rasgos estéticos generales de representar al faraón con un mayor tamaño que el
resto de sus personajes, aunque su esposa Nefertiti irá aumentando de tamaño
con el tiempo, se colocan dos líneas horizontales en el cuello, el pie tiene
muy marcados los cinco dedos, se indica el ombligo con una línea horizontal, se
representa la lateralidad, se diferencia el lado izquierdo de derecho, y se
percibe la sensación de movimiento.
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