Cuando
por casualidad, me he tenido que poner a leer o comentar algún tipo
de texto sobre periodos de catastrofes, crisis y guerras. No puedo
evitar pensar más allá de ese simple comentario, que ha quedado
para la posteridad, que, aunque bien es cierto, que son tiempos de
dolor y sufrimiento, también siento,
y con
más fuerza y rotundidad que se
alude mucho al catastrofismo del fin del mundo. A
relatarlo todo como si las situaciones que se están dando,
anunciasen que el mundo se va ha acabar, porque nada es como lo
conocíamos y como seguramente les interesaba que siguiera siendo.
Los pobres deberían seguir siéndolo, los hambrientos deberían
seguir estando hambrientos; y no ser los que antes nadaban en
abundancia los que ahora pasen hambre por seguir aparentando.
Mientras, otra gente, por medio de diversos medios, más o menos
éticos, ahora puedan permitirse lo que en otro tiempo no podían.
De
la misma forma que anunciamos que el ser humano evoluciona y va
aprendiendo de sus errores y de los errores ajenos; así como también
de los logros conseguidos durante ya no digo siglos, sino milenios.
Podemos ver que en periodos o situaciones donde la vida de cada uno
se pone al límite, en muchas de esas situaciones podríamos decir
que involucionamos. Ya que ignoramos todo nuestro conjunto de leyes y
de éticas y nos autoengañamos pensando que es el momento o la
situación la que nos influye a ese tipo de conducta donde no se
respeta nada ni a nadie. Donde lo único que se ha de anteponer a la
supervivencia de uno, es su propio bienestar.
Encontramos
en estos periodos un sentimiento fuertemente instintivo en el que por
muy mal que veamos la situación seguimos creyendo que en algún
momento eso cambiará, que tendremos un golpe de suerte y que todo
volverá a como fue antes, o incluso mejor, porque no? O tan sólo,
que como todo nos va tan mal nada en este mundo va o es como debería,
no puede ir a peor. Pero es la experiencia del paso por este mundo,
la que nos muestra en numerosas ocasiones, que si insistes mucho en
que nada puede ir a peor, sabes, que no te puedes fiar de la suerte,
porque seguro que irá a peor.
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