Cuántas
veces hemos odio que algo ha de gustarnos porque es un clásico…pero ¿por qué es un clásico?
clásico,
ca
1. adj. Dicho de un período de tiempo: De mayor plenitud de una cultura, de una
civilización, de una manifestación artística o cultural, etc.
2. adj. Dicho de un autor, de una obra, de un género, etc.: Que pertenece al período
clásico. Esa película es un clásico del cine
3. adj. Dicho de un autor o de una obra: Que se tiene por modelo digno de imitación encualquier arte o ciencia.
Las primeras definiciones
del diccionario se refieren al nombre con el que hemos denominado a los
periodos de riqueza cultural de las civilizaciones. En la antigüedad se
trataría del período y geografía de Grecia y Roma. Y en nuestra civilización
nos estaríamos refiriendo a los siglos de Oro, que curiosamente ya reconocían a
la antigüedad Greco-romana como época clásica y que tomaron como modelo para su
proceso creativo. Enlazando así con la tercera definición.
De este modo vemos como las
obras del esplendor de una civilización, de una época, de un movimiento, de un
género son entendidas como modelo de creación, y como tal modelo serán siempre
ejemplos de perfección.
Pero hay obras que en su
momento rompieron con los esquemas clásicos que se les imponía y son consideradas
cómo clásicas. Veamos un par de ejemplos de circunstancias diferentes.
Lope de Vega pertenece a una
época en que se seguía a los autores de la antigüedad clásica y sus obras de
teatro son consideradas como clásicas e interpretadas en la actualidad por la
Compañía Nacional de Teatro Clásico, por poner un ejemplo significativo. Pero sus
obras rompían con los cánones que el teatro clásico exigía, y ante la lluvia de
críticas de sus contemporáneos escribió “El arte nuevo de hacer comedias” en el
que declaraba su gusto por dicha ruptura:
(…)y, cuando he de
escribir una comedia,
encierro los preceptos con seis llaves;
saco a Terencio y Plauto de mi estudio,
para que no me den voces (que suele
dar gritos la verdad en libros mudos),
y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron,
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.(…)
encierro los preceptos con seis llaves;
saco a Terencio y Plauto de mi estudio,
para que no me den voces (que suele
dar gritos la verdad en libros mudos),
y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron,
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.(…)
Del mismo modo, las novelas
del romanticismo como Frankenstein de
Mary Shelley rompen con todos los cánones y medidas de lo que se entendía por
literatura, salen de todo rigidismo anterior, crean sin límites y acaban siendo
víctimas del tiempo que los ha convertido en clásicos de la literatura.
Para cualquiera que quiera
crear algo en un género, movimiento, en un estilo, su modelo de imitación, su
punto de partida siempre es un clásico de ese “estilo” que quiere ver en su
obra. En el caso de cambiar las bases que marcan los clásicos a seguir en ese
proceso creativo, lo vemos como una ruptura con dicho estilo. Esa ruptura puede
tener dos repercusiones diferentes, por un lado puede resultarnos igualmente
hermoso estéticamente y reconocer un nuevo estilo de creación o por el
contrario podemos reconocer el fallo del autor en tratar de pertenecer a un
determinado movimiento.
Este cambio en el paradigma de
belleza proporciona nuevos movimientos estéticos en el arte. Pero los cambios
artísticos no son algo aislado de su circunstancia histórica y viceversa.
Pero algo que no incluye la
Rae y que todos reconocemos en un clásico es que ha sobrevivido más allá de las
modas de su momento histórico. Todos lo reconocemos como el paradigma de un
momento histórico, cultural o social. Siempre que sentimos nostalgia de una
época, vivida o no, acudimos a esos puntos de referencia “clásicos” que nos
llevan a sentirla, y a defenderla como una época mejor.
¡PERO AKHENATÓN, TÍO! ¿CÓMO
NO TE VA GUSTAR SI ES UN CLÁSICO?
Los cambios culturales, estéticos,
históricos se condicionan unos a otros hasta el punto de que en ocasiones se
difuminan y no se sabe qué fue antes. Del mismo modo, si se quiere un cambio de
pensamiento ha de acceder al resto de los factores para conseguirlo, es decir, cuando
un gobernante pretenda hacer un cambio brusco en la continuidad histórica habrá
de conseguir que el paradigma estético de la sociedad cambie, para que olvide
aquello que representaba el pasado.
Así Akhenatón rechazó lo que
se consideraba el canon y la perfección en el antiguo Egipto. El Imperio Medio representaba
todo lo que él quería desterrar y por ello su modo de representar el mundo
había de ser desterrado también.
En este caso no tiene tanto
que ver con el gusto estético como con la creación de una nueva ideología que
contenga su propia iconografía y quizá si pudiéramos preguntar a Akhenatón si estéticamente
le parecían hermosos los templos, pinturas y construcciones del Imperio Medio
nos contestase:
-Sí,
pero no se lo digas a nadie…