Cambios climáticos, guerras, hambrunas, crisis, sistemas
corruptos viciados por políticos fatuos incapaces de la más mínima acción y
endiosados en sus tronos.
¿Esto es nuevo? ¡Pues claro que no! Existen escritos datados de hace 4000 años en
donde se nos presentan crisis sociales, políticas y religiosas. Me refiero a
textos como el “Papiro de Ipuur”, “Dialogo de un desesperado con su ba”, si ya
en el antiguo Egipto existían los problemas arriba planteados y se demuestra
que no existe nada nuevo que todo está inventado. ¿Entonces
por qué no aprendemos nada? ¿Acaso no sirven las experiencias pasadas como base
de un futuro mejor? ¿Por qué no las
aplicamos?
En nuestro entorno
actual nos ha tocado vivir la CRISIS, pero fuera del mismo se producen otros
tipos de situaciones como las mencionadas arriba, que afectan a los individuos
en su vida. Nos encontramos estas situaciones en México, Venezuela, Siria, Etiopia…
La crisis que es lo que nos toca a nosotros, ya definía
Einstein “como un periodo de cambio que traen progresos, la creatividad nace de
las angustias. Es en las crisis donde nace la inventiva, los descubrimientos y
las estrategias. Quien supure la crisis se supera a sí mismo, sin quedar
superado”.
Durante siglos el hombre ha evolucionado, tenemos mejores
tecnologías, mejores comodidades, esperanza de vida más larga… ¿pero nuestro
comportamiento ha evolucionado a la par?
¿Nuestros instintos primitivos han cambiado?, ¿somos capaces de manejar
situaciones críticas de la manera más eficiente posible sin caer en nuestros
instintos primarios?
Ante situaciones críticas que ponen al hombre al límite,
cuando éste entra en conflicto con sí mismo, cuando todos sus ideales, valores
y creencias desaparecen bajo sus pies, cuando toda la seguridad que sentía se
esfuma, ¿qué hacemos?, ¿huimos o luchamos? En las etapas más tempranas del
cambio queda la esperanza, esperanza de que las cosas van a mejorar, que no se
puede ir a peor, o simplemente creemos y queremos que en nuestro entorno no va
a pasar nada. (Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor.)
Podemos huir, como se expone en “Dialogo de un desesperado
con su ba”, ante las amarguras de la vida y la pesadez de esta, ¿qué otra cosa
queda sino la muerte? Ese descanso eterno. Clara muestra de ello son los
suicidios producidos durante este ciclo económico en España.
O podemos luchar. ¿Luchar contra quién?, contra un sistema
corrupto o viciado en donde los gobernantes ansían más y más poder
infravalorando en algunos casos la vida humana? O luchamos contra nuestros
hermanos, amigos, nuestros semejantes en un intento de supervivencia. Dando
surgimiento a movimientos ideológicos que rozan el extremismo.
Lo descrito en el Papiro de Ipuur, se da con más frecuencia
de lo que creemos. Mires donde mires el mundo está enfermo. El inconveniente de
las personas y los países es la pereza de encontrar salidas y soluciones. ¿Quién
será ese nuevo faraón Snefru el que llame a Nefertí? Pseudo profecías nos
sobran, y salvadores tardíos aún más.
Dentro de miles de años, el mundo seguirá, se producirán
cambios climáticos, nuevas guerras, nuevas crisis, ¿pero serán los hombres
capaces de llevar a cabo las admoniciones de los textos antiguos?
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