sábado, 22 de octubre de 2016

Terenci del Nilo

El escritor catalán era un apasionado de Egipto desde pequeño, en parte gracias a su padre, que en la entrada de su casa había pintado una imagen de las pirámides de Giza, y en parte al cine de su barrio que le traslado a esa tierra lejana con películas como “Cesar y Cleopatra” o “Tierra de Faraones”. Pero el apogeo llegó con la novela «Sinuhé el egipcio», que supuso una gran transgresión con sus escenas, eróticas durante el franquismo, y por cuya lectura fue castigado en el colegio. Esta novela hizo que el primer lugar al que se dirigió Terenci la primera vez que viajó a Egipto fuese la ciudad de Akenaton.

Pero su interés por este país no se limita al simple gusto o el afán por aprender, sino que, conforme se fue formando en la materia, fue adoptando una reacción contra la manipulación histórica en la que nació y pasó parte de su vida. Por eso, con sus novelas egipcias, intentó reescribir la Historia manipulada. Así encontramos que la mayoría son sobre personajes históricos tratados tanto por el cine como por la literatura: Cleopatra, Akenaton, Tutankamon, Nefertiti.




Una de sus obras más exitosas fue la ganadora del Premio Planeta en 1986 «No digas que fue un sueño», donde, tomando el título de un poema de Kavafis, encontramos una novela romántica basada en el enfrentamiento que tienen que hacer con la realidad Cleopatra y Marco Antonio. Esta novela es un reflejo de la parte que de verdad le interesaba, el Egipto crepuscular como una expresión del dominio que, aunque se haya a punto de desaparecer, siempre perdurará en la historia. Esta obra sigue siendo, aún hoy, uno de los Planetas mas vendidos.

Sin embargo, en su obra «Terenci del Nilo», podemos apreciar una forma diferente de narrativa donde más que una novela encontramos una guía de viaje. En ella el autor nos cuenta su primera toma de contacto con el país, sus emociones, sus sensaciones y alguna que otra decepción.
Otras obras suyas sobre el Egipto faraónico son: «El amargo don de la belleza», «La herida de la esfinge» o «El arpista ciego», además de múltiples artículos.




Uno de sus últimos deseos fue poder descansar en ese país que ya consideraba suyo. Por esta razón, a su muerte en 2003, sus familiares y amigos esparcieron parte de sus cenizas entre la bahía de Alejandría y la aldea de Deir-el-Medina. Ese mismo día hicieron una donación de los libros de Terenci al fondo de la Biblioteca de Alejandría, por lo que su alma y su obra siempre quedarán ligadas al país del Nilo.




Artículos que escribió sobre uno de sus viajes a Egipto:

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